Piñera y el estilo "Papá Presidente"

viernes, 19 de marzo de 2010


Por Catalina Chaika

Históricamente la figura del Padre nos pesa a los chilenos. Pueblo de huachos y bastardos, nuestras mamás suelen moverse en opuestos: nos toca la maldita opresora Inés de Suarez o la cariñosa y santa Virgen del Carmen.

Con el Padre la cosa es mucho más fácil: es la autoridad neta, el señor feudal que sabe cómo resolver nuestros problemas y que nos devolverá nuestra lealtad y ciega obediencia con su protección. De a poco las generaciones han aprendido a cuestionarlos, pero la rebeldía aún es vista como un mal pasajero y en el peor de los casos, como simple delincuencia.

Todo lo anterior calza en cualquier sistema de gobierno, menos en una democracia. Hay múltiples razones por las que las monarquías absolutas perdieron su credibilidad, pero una de la más evidentes es que ningún ser humano es infalible. Darle poder absoluto a alguien es equivalente a dejar a un chimpancé en el cuarto de mando de una planta nuclear. La única razón por la que Springfield sigue existiendo es porque Los Simpsons son ficción.

¿Qué tiene todo esto que ver con Piñera? Escuchen sus declaraciones con atención y se darán cuenta de que él asumió el rol del Padre sin consultarle a nadie si quería ser adoptado. Para cualquier persona que le dedique unos minutos a su historia, esta transformación no es nada sorprendente. Nuestro trauma nacional es tan amplio que prácticamente todos los Presidentes han usado ese rol para llegar a la pantalla de los televisores, tomar metafóricamente de la mano al trabajador y decirle: "confía en mí, yo te voy a ayudar a salir adelante". Pinochet le agregaba el "y si no me obedeces, te arrepentirás carajo". El remate de Aylwin era similar al de los padres de clase media: "en la medida de lo posible". Frei era del tipo de papá al que tienes que pedirle hora o dejar nota con su secretaria. Lagos quería parecer buena onda y el demócrata universal, pero esa arrogancia del tipo "yo sé más que tú, respétame y cállate" estropeaba cualquier esfuerzo.

Bachelet es un caso aparte. Durante su campaña anunció que su período sería un "gobierno ciudadano". Eso significaba, quizás por primera vez en Chile, un gobernante que partía del supuesto de que nosotros, los ciudadanos, no somos un montón de ganado. El reconocimiento de nuestra capacidad para decidir nuestro camino, que existen otras maneras de llegar al destino propuesto y que conversando podemos llegar a verdaderos acuerdos. ¿Recuerdan cuando se la criticó por la abundancia de comisiones, como si eso fuera prueba de su falta de autoridad? Los que afirmaban eso confundían autoridad con autoritarismo.

Pero Piñera la sucedió y aparece declarando que tendrá "mano dura" con la delincuencia, que "ayudará" a los damnificados, que tendrá a los niños en el colegio -a como dé lugar- en un plazo determinado por él. ¿Alguien se acuerda de que existe la separación de poderes del Estado? Piñera hace publicidad engañosa cuando habla de ser estricto con los saqueadores, porque él no es Rey, no es el Padre del país que le va a dar de correazos a los niños malos, es simplemente el líder del poder Ejecutivo. ¿Acaso va a impulsar un proyecto de ley especial para los saqueadores o le va a indicar a los jueces que les doblen las condenas?

Hay hipocresía cuando afirma que "ayudará" (un Estado no ayuda, no da limosna: un Estado asiste, que es una de sus tareas) a los que perdieron sus hogares al mismo tiempo que nombra en distintos altos cargos a personas que tienen vinculación con las constructoras de casas y departamentos de pésima calidad.

Y por supuesto que a Piñera le importa en primer lugar las cifras: decir que a 50 días del terremoto todos los escolares estarán en clases suena lindo, ¿cierto? ¿Pero suena tan bien cuando se toma en cuenta las condiciones? El ministro de educación, Joaquín Lavín, comentó en una entrevista la idea de poner a distintos cursos en un gimnasio: yo tuve una experiencia muy similar y francamente lo único que recuerdo es un dolor de cabeza horroroso pues la acústica y el calor eran el infierno mismo. No he escuchado ni leído en ningún lado qué va a pasar con los sueldos de los profesores, que con la genialidad de eliminar la jornada completa para encajar en un edificio a dos colegios, obviamente van a tener menos horas. Y para qué hablar de la brecha entre los colegios privados y el resto, esos otros que sufrirán el ayuno forzado de contenidos impuesto por las circunstancias.

Aún con estos ejemplos, no me extrañaré si en la primera encuesta de aprobación el Padre Piñera logra un alto porcentaje positivo. Estamos en una crisis, nos recuerdan majaderamente las noticias a diario, debemos asustarnos y agradecer a Dios -o, en mi caso, al Monstruo de Espagueti Volador- por estar vivos, con un techo sobre nuestras cabezas y con el Padre Piñera a cargo de todo nuestro país. No, por favor, no lo distraiga preguntándole sobre LAN, ni le sugiera usar los excedentes del cobre, ni le recuerde la promesa del millón de (decentes) empleos, ¿no ve que estamos en crisis y el Padre trabaja por nosotros?

Claro que esperar que ese rol sea puramente por vocación es tener la ingenuidad de un niño de 4 años.

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Después del terremoto, el olvido

martes, 9 de marzo de 2010


Por Jorge Román

El monto recaudado por la Teletón, casi U$ 60 millones, aunque duplicó la meta propuesta, sólo equivale al 0,2% del total necesario para reparar todos los daños causados por el terremoto (que asciende, según algunas estimaciones, a U$ 30.000 millones, o sea, un 15% del PIB).

Desafortunadamente, el espectáculo de la Teletón, las luces, los llantos y la ilusión de la meta más que superada contribuyen al olvido. Es como si la Teletón fuese una catarsis para los que tuvieron la fortuna de salir indemnes o apenas rasguñados por el terremoto. Una justificación para poder olvidar y seguir su vida como si nada hubiese pasado. Así lo ha entendido la televisión al menos, que, después del sábado 6, se ha sentido lo suficientemente satisfecha con sí misma como para sacar al aire una nueva teleserie. Y todos debiéramos saber a estas alturas que cuando la televisión decide olvidar, la población rápidamente le sigue el ejemplo.

Pero lo cierto es que esto no ha hecho más que empezar.

No olvidemos. No abandonemos a los que sufrieron con el terremoto. No se trata de seguir donando: muchos chilenos ya dieron lo que podían o estaban dispuestos a dar, y nuestra billetera no es tan profunda como la del presidente electo.

No, nuestro deber es presionar, informar, generar opinión y defender propuestas aterrizadas para llevar a cabo la lenta reconstrucción. Por ejemplo, el ex senador Jorge Lavanderos propuso crear un impuesto solidario a las utilidades de las grandes mineras. También sería posible discutir una vez más el vilipendiado fondo reservado del cobre para las Fuerzas Armadas: Chile no necesita F-16, submarinos, tanques ni acorazados. De nada sirvieron durante esta emergencia. ¿Por qué no destinar este fondo a reconstruir hospitales, carreteras, líneas de ferrocarril y crear un sistema de telecomunicaciones de emergencia decente?

La emergencia ya está pasando, y ahora viene la parte más difícil: el momento en que debemos levantarnos, mostrarnos responsables, hacer lo que debemos hacer y exigir que el Estado y las empresas respondan, nos ayuden a levantar este país y se dejen de favorecer a las inmobiliarias irresponsables, los bancos y las casas comerciales sanguijuelas, las telefónicas, las compañías de servicios básicos. No permitamos que el estado de shock en el que nos dejó el terremoto sea utilizado por el gobierno o las empresas para meternos el dedo en la boca y seguir abusando del ciudadano.

Que la emoción no nos quite la facultad de ser críticos y activos. Como cierre, me gustaría que leyeran la carta que le envió Roger Waters a la Radio Futuro, para que vean que la solidaridad no es incompatible con la crítica.


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Cómo ayudar en el terremoto de Chile

martes, 2 de marzo de 2010

Sé que este blog es poco visitado, pero no cuesta nada ayudar un poco vinculando la información de utilidad pública divulgada por Myriam en su blog. Allí podrán encontrar información sobre cómo ayudar a los afectados por el terremoto.

Hay muchas comunidades del sur que están incomunicadas, que han recibido poca o nada de ayuda y que ni siquiera forman parte de la pauta de los medios de comunicación, que se concentran en Concepción y Santiago (aunque la capital tiene problemas mínimos en relación a sus habitantes).

Por ello, quiero apoyar aunque sea entregando un poco de información sobre lugares olvidados y que necesitan mucha ayuda.

ACTUALIZACIÓN 10 de marzo
Dichato al día, periódico web de la localidad costera de Dichato, que fue asolada por el maremoto del 27 de febrero.

ACTUALIZACIÓN 4 de marzo, 14:00 hrs.
Cabrero, una comuna de la Región del Bío Bío, que sufrió grandes daños en sus construcciones de adobe y tiene numerosos damnificados, no pide ayuda, ya que sus habitantes consideran que hay otras zonas mucho peor que ellos, según informó el Diario de Cooperativa. Hoy me he hecho admirador de los cabrerinos.

Cauquenes, en la región del Maule, está aislada, sin agua, luz ni organización. En el blog vinculado se muestra información actualizada sobre la ciudad y listas de sobrevivientes y mensajes de personas que buscan a sus seres queridos.

La hermosa ciudad de Angol (Región de la Araucanía) fue terriblemente golpeada y para rematarlo, en la madrugada del martes 2 de marzo, se incendiaron 6 casas. Revisen el canal de noticias de la Provincia de Malleco para enterarse de lo que ocurre en esta zona. Afortunadamente, las regiones De Los Ríos y Los Lagos están ayudando a la Araucanía.

El Diario Austral también publica información actualizada sobre la región de la Araucanía.

Lejos la mejor fuente de información del terremoto son la radio Cooperativa y la Radio Bío Bío, que finalmente ha podido actualizar su sitio web, caído desde el terremoto hasta hoy en la tarde.

Grupo en Facebook con información sobre Chiguayante.

Cualquier aporte informativo es bienvenido.

Un abrazo y mucha fuerza a los afectados.

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Derechos digitales, creatividad, Piñera y Cruz-Coke

jueves, 25 de febrero de 2010


Por Jorge Román

¿Sabía usted que una parte importante de la biblioteca para ciegos de Providencia es ilegal? También lo es fotocopiar un libro que usted ha comprado, pasar a mp3 las canciones de un disco original comprado de su bolsillo e incluso puede ser ilegal mostrar una imagen, texto, diálogo o letra de canción incluso si se cita el nombre del autor y el lugar de donde extrajo el documento. Así se destaca en el sitio web de Derechos Digitales softwarelibre.cl. La cosa no ha hecho más que empeorar con el tiempo, al punto que, con el actual proyecto de ley de propiedad intelecual, una buena parte de los chilenos podría ser considerado un delincuente.

Este es el país que Piñera presidirá a partir del 11 de marzo. Y, aunque el tema está candente y en España ha generado una auténtica contraofensiva de los defensores del software libre, ni el presidente electo ni su ex contendor, el derrotado Eduardo Frei, se pronunciaron abiertamente al respecto.

Por el momento, deberíamos respirar tranquilos: en Chile usted no paga un impuesto adicional por los CDs y DVDs vírgenes, el papel, las impresoras, los grabadores de CD/DVD y las memorias USB, lo que ha incrementado en cientos de millones de euros los fondos de las sociedades que, supuestamente, defienden el derecho de autor. Según estas entidades, el dinero recaudado se reparte entre los autores defendidos por las sociedades dependiendo del "grado de importancia" del autor. No se hace distinción especial entre los productos, por lo que un escritor podría recibir, por rebote, el impuesto por la compra de un reproductor de mp3.

La medida, que sin duda debe estar haciéndole agua la boca a la Sociedad Chilena de Derecho de Autor, aún no se ha aprobado en Chile, pero no sería extraño que esto ocurriera en un futuro cercano.

Los cuestionamientos que esta situación genera son conocidos y no ahondaré en ellos. Lo que sí me interesa mostrar es que estas medidas, además de regalar dinero a ciertas entidades por no hacer nada y ser propias de regímenes totalitarios, sino que además pueden significar un retroceso en la creación artística y la divulgación científica, política y filosófica.

En una interesante nota sobre Creative Commons publicada en el diario El Mundo de España hace ya varios años, se mencionaba que, de existir las actuales normas de derecho de autor en el siglo XVII, probablemente Shakespeare no habría podido escribir Otelo, ya que se basaba en el cuento de un autor poco conocido que había muerto más de 30 años antes del estreno del drama. Asimismo, los juglares y bardos medievales, que permitieron la conservación de mitos y leyendas a través de la tradición oral durante más de mil años de analfabetismo crónico podrían haber sido considerados "piratas" por esta ley, no sólo porque reproducían una obra ajena, sino también porque la modificaban y la adornaban a su manera cada vez que la interpretaban. Me pregunto si la SGAE habría conseguido aplicar un impuesto de unas cuantas monedas de oro a la compra de laúdes.

El asunto es aún más grave si se discute el tema de la ley de propiedad intelectual referida a las publicaciones científicas y filosóficas. Uno de los pilares fundamentales del desarrollo de las ciencias y las humanidades ha sido la comunicación de los académicos, la facultad de trabajar sobre los resultados de otros investigadores, confirmando, profundizando, ampliando o criticando sus conclusiones. El conocimiento necesita de una interacción libre, espontánea y sin trabas para poder desarrollarse. ¿Se imagina usted a un psicólogo que, por escribir un documento de divulgación científica sobre un nuevo tratamiento para la depresión, deba pagarle derechos de autor a todos los psiquiatras, químicos, terapeutas, universidades y otras entidades que han escrito los papers y libros que citó en su nuevo tratamiento? Esto es teóricamente posible con leyes de propiedad intelectual tan restrictivas como las que quieren aprobarse en Chile. Aunque resulta difícil que todo el peso de esta ley se imponga en las comunidades académicas, no deja de resultar escalofriante que podría llegar a hacerse.

La creación artística se sitúa en un punto similar: no existe nada nuevo, nada totalmente original en el arte. Todo lo que se crea deriva de algo existente, es una mezcla de lo ya conocido con lo nuevo. La música clásica es madre del rock, que es padre del heavy metal, que el padre del rock sinfónico, que le rinde tributo a la música clásica. Borges decía que sólo existen cuatro historias y que lo único que hacemos es narrarlas de formas distintas, transformarlas y actualizarlas. No existe ninguna obra totalmente original y desvinculada de las demás. Por eso, penalizar las citas, las parodias, las variaciones sobre una obra no sólo es absurdo, sino además un verdadero atentado a la creatividad.

Me pregunto qué ocurrirá con esta situación en Chile durante el gobierno de Sebastián Piñera, sobre todo teniendo en cuenta que su ministro de cultura, Luciano Cruz-Coke, fue protagonista de la película Se arrienda, de Alberto Fuguet, película que está siendo distribuida gratuitamente con una licencia de Creative Commons. Sólo el tiempo dirá si Cruz-Coke defiende la creación libre o si cede a las presiones de la industria cultural, que parece empeñada en convertirse en el eterno mediador entre el autor y el consumidor de cultura.

P.D.: La imagen de cabecera fue extraída del sitio web www.bulbo.tv.

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Me importa un pepino lo que te pasa

lunes, 22 de febrero de 2010


por Jorge Román

En la última edición impresa de The Clinic aparece un interesante artículo construido en base a entrevistas a las esposas de oficiales de las Fuerzas Armadas que participaron en abusos a los Derechos Humanos durante la dictadura. Se trata de capitanes, mayores y otros oficiales de alta graduación que fueron condenados a algunos años de prisión (más de 5 pero menos de 10) por hechos demostrados de secuestro, tortura y/o asesinato.

El artículo intenta ponernos en los zapatos de mujeres desesperadas, que intentan convivir con la realidad de tener a sus maridos privados de libertad. Nos hablan del dolor de su familia, la vergüenza que viven en su entorno y los grupos de apoyo a los que asisten, donde son apoyadas por algunos guías espirituales como el padre Raúl Hasbún. Pero, en ningún momento, estas mujeres hacen el más mínimo intento por pensar en lo que han sufrido las víctimas de sus maridos.

Un día en que estaba con mi novia comprando unas tonterías en un HomeCenter, la cajera le avisó a la mujer que estaba tras nosotros que por favor no dejara ponerse a nadie más en la fila, ya que iba a cerrar la caja: puso un letrero de "Caja cerrada" y siguió atendiendo. Unos minutos más tarde, había otro montón de clientes en la fila. Mi novia les avisó que la caja estaba cerrada y que atendería sólo hasta la mujer tras nuestro. Una educada señora con un carro repleto dijo que no pensaba moverse, ya que era tarde y tenía que irse a su casa, a lo que mi novia respondió "la cajera también quiere irse a su casa, pero ella lleva 8 horas acá, trabajando". Nadie de la fila se movió. Al final, la cajera tuvo que ser reemplazada por una compañera para que ella pudiera irse, quizás con cuanto tiempo extra en su horario.

Hago memoria también a la bullada celebración por el triunfo de Piñera, el 17 de enero, cuando los manifestantes, enardecidos por una bandera del Che en un edificio, se pusieron a gritar "comunistas maricones, les matamos los parientes por huevones".

Con estos ejemplos trato de apuntar al mismo punto: no sé si será por ignorancia, por fanatismo o simplemente por una absoluta falta de capacidad empática, hay una buena parte de los chilenos que son incapaces de pensar en lo que sufre el otro. Y, sin embargo, nos exigen a nosotros entenderlos a ellos, porque sólo ellos han sufrido.

¿Qué extraño mal aqueja al espíritu de la gente? ¿Por qué el empresario y el ministro de economía no pueden entender lo que significa recibir un sueldo líquido de $130.000 mensuales y se supone que con eso debemos mantener a una familia? ¿Por qué el ladrón de casas de Puente Alto no puede entender que la gente a la que le roba el televisor tiene un trabajo tan miserable como el de sus padres? ¿Por qué el micrero se niega a detenerse en los paraderos si la gente también quiere llegar luego a sus casas? ¿Por qué la esposa de un asesino es incapaz de pensar en la familia del asesinado pero exige que la entiendan a ella?

A veces me da la impresión de que la gente es como un niño, egocéntrico, egoísta, para quien lo único que importa son sus deseos y su sufrimiento, y exige que todo el mundo gire en torno a él. Es incapaz de valorar el sufrimiento ajeno, el trabajo de los demás, y está seguro de que el mundo existe sólo para satisfacerlo a él. Por eso, cuando el mundo se da vuelta y la justicia se le aplica a él, se siente vulnerado, furioso, incapaz de comprender la sentencia. Su cabeza está llena de justificaciones, pero cada vez que se las explica al juez suenan absurdas, abusivas, vacuas. "Ya he sufrido lo suficiente", "se merecía lo que le hice", "ya no soportaba sus gritos", "es que era un delincuente".

A veces me da la impresión que gran parte de los males de este mundo se podrían solucionar si tuviésemos un poco más de información y mucha más empatía. Con empatía, el joven entendería que el viejo necesita un asiento y se lo daría; el jefe entendería que sus empleados tienen muy poco tiempo para estar con su familia y buscaría métodos para hacer más eficiente el tiempo de trabajo y reducir las horas en la oficina; la señora entendería que la jovencita en la fila también quiere acabar luego con su trámite y respetaría la fila; los padres entenderían que la gente quiere ver la película tranquila y sacaría a sus niños gritones de la sala; los presidentes entenderían que la mayor parte de la población vive en un mundo miserable, donde no tienen voz para que escuchen sus problemas de fondo y haría algo por solucionarlos de una vez por todas.

En un mundo con más empatía se escucharía menos a los que tienen poder y más a los que sufren.

Pero claro, no vivimos en un mundo con empatía. Vivimos en un mundo donde la mujer que aborta es una asesina, no una adolescente desesperada a la que la han dado la espalda su pareja, su familia y la salud pública, y el único que le abre las puertas es un matasanos con unos palillos de tejer. Vivimos en un mundo donde la persona el hombre que se retira apenas termina su horario de trabajo es un flojo, no un padre de familia al que le espera una hora de viaje para poder estar un ratito con sus hijos y su mujer. Vivimos en un mundo donde el vendedor de drogas es un criminal, no alguien sin educación, sin oportunidades, a quien le hacen optar entre un trabajo mal pagado de 9 horas diarias y un trabajo ilegal de horario flexible que le permite ganar en un día lo que muchos otros ganan en un mes.

Vivimos en un mundo donde nadie quiere, o simplemente nadie puede, ver más allá de la caricatura que otros nos construyeron.

Por eso los llamo a detenerse un poco antes de pasar a llevar a alguien. Que reflexionemos antes de condenar el comportamiento del desconocido a nuestro lado, que nos salgamos de los juicios construidos por nuestros cercanos y la televisión y pensemos que los delincuentes, los terroristas, los ladrones de supermercado, los flojos, los basureros, los cajeros, los mendigos, los vendedores ambulantes. Todos ellos son seres humanos como nosotros, y quizás, ante circunstancias similares, nosotros actuaríamos igual.

No se trata de cambiar el mundo, sino apenas cambiar el pequeño mundo que nos rodea, hacerlos más amable, más humano. Más empático.

P.D.: la imagen de cabecera es de Gable y Jenkins, quienes trabajan en The Globe and Mail.

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Reflexiones sobre el fin de la Transición

lunes, 1 de febrero de 2010


Por Gino Stock

Quisiera partir diciendo que no creo que la transición se haya terminado. Y después quisiera seguir por preguntarme, ¿qué es la transición?

Y ahora, intentaré responder la pregunta de forma que explique mi primera afirmación.

La transición, como la entienden muchos, era el periodo de adaptación entre el régimen dictatorial y uno democrático. Esta supuesta adaptación implicó las ya conocidas leyes de amarre, la política de los consensos, el miedo oculto como un mal enfocado respeto y olvido, e inmunidad. Impunidad. Y por sobre todo, implico que no se cambiaran las grandes estructuras macroeconómicas, sosteniendo esto en una inmovilidad política basada en el sistema binominal.

Dícese de Chile un país presidencialista. Pues ciertamente siempre que queremos cambios, ni siquiera radicales, sino más bien prudentes o sensatos, como una farmacia estatal frente al caso de la famosa colusión, nos encontramos con la muralla de las leyes. La muralla del Congreso y el binominal. En este caso puntual, la ley que hacía inconstitucional el tema es aquella que apela a que el Estado no puede emprender negocio en sector alguno, a menos que ningún privado quiera hacerse cargo de él. Las únicas excepciones son las pocas empresas estatales que han sobrevivido a la privatización y son previas a esta ley. Pero ese es otro tema.

El caso es que no somos presidencialistas, es simplemente un voladero de luces que nos ayuda a pensar que hay cambios cuando se escoge un nuevo presidente. Y claro, es innegable que los hay, pero no estamos hablando de los mismos cambios. Pueden cambiar las personas que roban, cambiar las personas que mandan al extranjero o a quienes regalan puestos con sueldos absurdos.

Cambia el lado en que la fuerza empuja la muralla. Pero la muralla sigue ahí.

La dictadura era un títere, siempre lo fue, de quienes tenían dinero y hoy tienen más dinero aún. La adaptación de un régimen dictatorial a uno democrático finalmente fue, en forma simple, cambiar el títere de mano.

Siempre hemos estado en transición. Adaptándonos de una forma a otra de ser explotados. De ser abusados, antes por las armas, ahora por las tarjetas de crédito y las usuras. Y no hay formas más crueles que otras, si todas terminan en el miedo.

Ese es el punto final. La misma indignación que nos debe dar la desaparición forzada de personas, es la que nos debe dar el que un anciano tenga que vivir con 70 mil pesos mensuales, o que gente que ahorró para tener sus casas tengan que ver cómo se les llueven y se les terminan viniendo abajo.

Todos son derechos humanos, todo es grave, una muerte maldita, o una vida maldita. Y eso es lo que está escrito en la muralla, en nuestra muralla, que aún no hemos podido derribar.

Por eso, para mí, mientras no empecemos a tener más claro cual es el verdadero objetivo, mientras aún no seamos capaces de mirar de frente esa muralla, mientras aún no intentemos realmente tener, más que una democracia (un nombre que hoy se regala a cualquier cosa), un gobierno realmente representativo, la transición nunca habrá terminado.

P.D.: La tira cómica de cabecera es un clásico de Mafalda, del argentino Joaquín Salvador Lavado (Quino)

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Entiéndame: no tengo la culpa de ser tan rico

miércoles, 27 de enero de 2010



Por Myriam

“Tengo compromisos, como pagar los préstamos con los que financié mi campaña presidencial, los gastos de fundaciones como Futuro, Mujer Emprende, Tantauco. Todo eso requiere muchos recursos. Hay muchos proyectos y el sueldo de Presidente no alcanza para eso. Por tanto, voy a tener una cierta cantidad de recursos para mis necesidades personales y compromisos con fundaciones, no solamente las tres que he mencionado, sino otras con las cuales tengo compromisos de larga data”. Con estas palabras Sebastián Piñera, presidente electo de la República, nos explica a nosotros, sus conciudadanos, que el sueldo de algo más de 6 millones de pesos (líquidos) de presidente no le va a alcanzar para cubrir sus gastos.

Piñera, uno de los hombres más ricos de Chile, nos pide a nosotros, pobrecitos mortales, a nosotros, la gran mayoría de trabajadores chilenos que con suerte alcanzamos las 200 lucas al mes, entenderlo a él. A él que lo tiene todo, a él que si quisiera podría rascarse la guata y dedicarse a sacar las pelusas de su ombligo por el resto de su vida, y aún así vivir mejor que usted y que yo, sin nunca jamás preocuparse por las cuentas, el arriendo, la educación de los hijos y la salud. Nunca.

Si esto no es ciencia ficción, si esto no es esquizofrenia, que alguien me explique qué demonios es.

Hace casi 5 años que Piñera viene haciendo una campaña presidencial. 5 años en los que perfectamente podría, de haber querido, resuelto el tema de su patrimonio, sus inversiones y sus intereses en el mundo privado, que claramente entran en conflicto con el rol público que tanto ha querido asumir. No se puede tener dos señores a la vez.

Si descontamos la anterior campaña presidencial, tenemos casi un año en que también podría haberlo hecho. Desde que Frei fue elegido candidato de la Concertación, los dados estaban echados y su triunfo era prácticamente seguro. Entonces ¿por qué no lo hizo antes? ¿por qué esperar hasta el último momento?

¿Acaso hay que suponer que el señor Piñera no había sacado la cuenta de cuánto ganaba un Presidente de la República?, ¿acaso el señor Piñera no sacó la cuenta que le iba a faltar dinero para esos mentados “compromisos financieros” adquiridos? De un hombre que tiene una caja registradora en vez de cerebro me es difícil creerlo. Si fuera malpensada, diría que es imposible. Es más, si fuera malpensada, creería que él lo sabía y aún así lo hizo.

Y más encima ahora se nos pide nuestra comprensión ¡¿comprensión para qué, por todos los dioses?! ¿Para comprender que alguien que deseaba acceder a la primera magistratura, a gobernar por 4 años los destinos de la nación, a dirigir nuestras políticas económicas, sociales, externas y de seguridad, no había sacado la cuenta de cuánto necesitaba para vivir? O es un completo estúpido o es un completo pillo. Lindo presidente electo nos gastamos.

“Todo el mundo sabe que Sebastián Piñera es una persona de fortuna, nadie lo viene a descubrir ahora. Y las necesidades, las deudas, son compromisos de carácter financiero pueden ser mucho mayores por la envergadura de su patrimonio” dijo en su defensa el parlamentario UDI Víctor Pérez. Está claro que nosotros no lo venimos a descubrir ahora, pero Piñera parece que sí porque no fue capaz de preverlo.

Cuando el patrón le pide al empleado que lo entienda, que no tiene la culpa de ser tan rico, que confíe en él y que le dé (aún más) facilidades es que vivimos en un mundo al revés, un mundo enfermo y esquizofrénico. Un mundo en el que no me gusta vivir.



PD: la imagen de cabecera fue extraída del siguiente sitio web.

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