Entiéndame: no tengo la culpa de ser tan rico

miércoles, 27 de enero de 2010



Por Myriam

“Tengo compromisos, como pagar los préstamos con los que financié mi campaña presidencial, los gastos de fundaciones como Futuro, Mujer Emprende, Tantauco. Todo eso requiere muchos recursos. Hay muchos proyectos y el sueldo de Presidente no alcanza para eso. Por tanto, voy a tener una cierta cantidad de recursos para mis necesidades personales y compromisos con fundaciones, no solamente las tres que he mencionado, sino otras con las cuales tengo compromisos de larga data”. Con estas palabras Sebastián Piñera, presidente electo de la República, nos explica a nosotros, sus conciudadanos, que el sueldo de algo más de 6 millones de pesos (líquidos) de presidente no le va a alcanzar para cubrir sus gastos.

Piñera, uno de los hombres más ricos de Chile, nos pide a nosotros, pobrecitos mortales, a nosotros, la gran mayoría de trabajadores chilenos que con suerte alcanzamos las 200 lucas al mes, entenderlo a él. A él que lo tiene todo, a él que si quisiera podría rascarse la guata y dedicarse a sacar las pelusas de su ombligo por el resto de su vida, y aún así vivir mejor que usted y que yo, sin nunca jamás preocuparse por las cuentas, el arriendo, la educación de los hijos y la salud. Nunca.

Si esto no es ciencia ficción, si esto no es esquizofrenia, que alguien me explique qué demonios es.

Hace casi 5 años que Piñera viene haciendo una campaña presidencial. 5 años en los que perfectamente podría, de haber querido, resuelto el tema de su patrimonio, sus inversiones y sus intereses en el mundo privado, que claramente entran en conflicto con el rol público que tanto ha querido asumir. No se puede tener dos señores a la vez.

Si descontamos la anterior campaña presidencial, tenemos casi un año en que también podría haberlo hecho. Desde que Frei fue elegido candidato de la Concertación, los dados estaban echados y su triunfo era prácticamente seguro. Entonces ¿por qué no lo hizo antes? ¿por qué esperar hasta el último momento?

¿Acaso hay que suponer que el señor Piñera no había sacado la cuenta de cuánto ganaba un Presidente de la República?, ¿acaso el señor Piñera no sacó la cuenta que le iba a faltar dinero para esos mentados “compromisos financieros” adquiridos? De un hombre que tiene una caja registradora en vez de cerebro me es difícil creerlo. Si fuera malpensada, diría que es imposible. Es más, si fuera malpensada, creería que él lo sabía y aún así lo hizo.

Y más encima ahora se nos pide nuestra comprensión ¡¿comprensión para qué, por todos los dioses?! ¿Para comprender que alguien que deseaba acceder a la primera magistratura, a gobernar por 4 años los destinos de la nación, a dirigir nuestras políticas económicas, sociales, externas y de seguridad, no había sacado la cuenta de cuánto necesitaba para vivir? O es un completo estúpido o es un completo pillo. Lindo presidente electo nos gastamos.

“Todo el mundo sabe que Sebastián Piñera es una persona de fortuna, nadie lo viene a descubrir ahora. Y las necesidades, las deudas, son compromisos de carácter financiero pueden ser mucho mayores por la envergadura de su patrimonio” dijo en su defensa el parlamentario UDI Víctor Pérez. Está claro que nosotros no lo venimos a descubrir ahora, pero Piñera parece que sí porque no fue capaz de preverlo.

Cuando el patrón le pide al empleado que lo entienda, que no tiene la culpa de ser tan rico, que confíe en él y que le dé (aún más) facilidades es que vivimos en un mundo al revés, un mundo enfermo y esquizofrénico. Un mundo en el que no me gusta vivir.



PD: la imagen de cabecera fue extraída del siguiente sitio web.

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En desacuerdo con los acuerdos

martes, 26 de enero de 2010


Por Jorge Román

"El de Aylwin fue el mejor de los gobiernos de la Concertación. Fue un gobierno fecundo, al cual yo le tengo aprecio y respeto", dijo Sebastián Piñera. Según él, lo que busca es "formar un gobierno de unidad nacional" al que incluso adhieran concertacionistas, sobre todo del Partido Demócrata Cristiano (PDC). Un coqueteo evidente y esperable por parte de alguien de formación DC y que sabe que no tiene suficiente personal en su pacto para llenar todos los cargos gubernamentales sin llamar a figuras emblemáticas de la dictadura.

Lo que me molesta del asunto es esta exaltación de los acuerdos, como si fuesen la solución a todos los problemas de la democracia, como si la Concertación y la Alianza tuviesen opiniones tan divergentes y como si entre ellos representaran todas las preocupaciones y todos los puntos de vista de los chilenos.

Creo que la "política de los acuerdos" es un arranque de soberbia y una mascarada tan evidente que no sé por qué todavía hay gente que pueda creer en "el cambio". Creo que realizar acuerdos entre gente que apoya el mismo modelo económico, la misma política de explotación laboral, la misma agenda "valórica" (no olvidemos que hay DCs que creen que la píldora del día después es abortiva y que la Concertación nunca ha defendido un programa de educación sexual serio), la misma política educacional y cultural no es generar acuerdos, sino intercambiar ideas y experiencias para evitar que se meta demasiado la pata.

En el mejor de los escenarios posibles, Piñera no va a meter mano a nada: amparándose en la "política de los acuerdos" preferirá que las cosas sigan su rumbo, ya que el cobre nos asegura un buen pasar y los empresarios ganan bastante tal y como están. Es decir, como ha pasado en los últimos 37 años, los que seguirán perdiendo serán siempre los mismos.

Alejandro Foxley (DC y ex ministro de hacienda) afirmó ayer que para ser un país desarrollado, Chile necesita generar acuerdos. El problema es nuevamente el mismo: los acuerdos se toman entre las altas esferas políticas, no con las bases. ¿Acaso la población no tiene derecho a decir que considera que los sueldos son muy bajos y los colegios muy malos? ¿Que Santiago es demasiado grande y demasiado poblada? ¿Que las adolescentes no debieran ser madres?

El gobierno de Aylwin fue un gobierno de acuerdos porque aún teníamos miedo de los militares y porque la Concertación y los que votaron "No" no tuvieron el valor de imponerse como vencedores. Cuando se volvió a la democracia (bajo las condiciones de Pinochet), yo era muy niño para darme cuenta, pero viendo en retrospectiva me da rabia darme cuenta de que todo lo que debió hacerse y decirse en ese momento no se hizo. Los culpables de violación a los Derechos Humanos debieron haberse juzgado en 1990, en ese mismo momento debería haberse formado una Asamblea Constituyente, debió haberse estatizado la educación, reforzado los sindicatos y reinstaurado la obligatoriedad de colegiarse a los profesionales. Y si Pinochet hubiese amenazado con otro golpe de Estado, haber hecho denuncias internacionales: a esas alturas, a nadie, salvo un puñado de chilenos fascistas, le gustaba Pinochet. ¿En verdad las Fuerzas Armadas podrían haberse tomado de nuevo el país, con la derecha, el 60% de los ciudadanos chilenos y toda la comunidad internacional en su contra?

Hoy ya es demasiado tarde para arreglar todas las negligencias de los primeros dos gobiernos de la Concertación. Considero una burla decir que Aylwin fue el mejor mandato de la Concertación porque fue un gobierno de acuerdos. Eso es una forma de decir que está bien que quienes ganaron legítimamente deban bajarse los pantalones ante los perdedores por miedo a que se enfurezcan por haber perdido. Es una forma de validar todos los abusos a la ciudadanía que ocurrieron en democracia. Y es una forma de validar el que los únicos que pueden influir en política son personas con apellidos de calle o un patrimonio superior a los 500 millones de dólares.

Por eso no estoy de acuerdo con la política de los acuerdos. Las decisiones políticas no deben tomarlas un puñado de familias ABC1 totalmente desconectadas de lo que vive el tipo que le recoge la basura, el operador telefónico que atiende sus reclamos y la niña que quedó embarazada luego de ser violada repetidas veces por su padrastro.

En un mundo ideal, las decisiones las deberían tomar todos los mayores de 18 años con criterio formado. Pero no vivimos en un mundo ideal: los chilenos mayores de 18 años son en su mayoría analfabetos funcionales que andan más preocupados de la delincuencia y de comprarse una pantalla LCD que de su propia educación y los problemas de su vecino. Por ello, creo que más que acuerdos entre pactos políticos, debería haber un diálogo con la ciudadanía a través de profesionales que estudien los problemas del pueblo chileno, los escuchen, sinteticen sus problemas y propongan soluciones. Un diálogo con líderes vecinales, con representantes directos de la ciudadanía, no con aquellos que se eligen a dedo para las parlamentarias y su maldito sistema binominal.

Y sólo cuando sepamos en verdad qué es lo que el pueblo chileno necesita, sólo entonces, podemos proponer acuerdos.

P.D.: La imagen de cabecera fue extraída del siguiente sitio web

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A nadie le importa la delincuencia

viernes, 22 de enero de 2010


Por Jorge Román

La primera semana de enero se realizó en la Casa Central de la Universidad de Chile un congreso sobre modelamiento y técnicas cuantitativas para analizar y prevenir el crimen. El congreso, llamado "Workshop en Análisis y Modelamiento de la Seguridad" (WAMOS) tuvo como expositores a destacados académicos e investigadores nacionales y extranjeros como Javiera Blanco (Subsecretaria de Carabineros), Marcus Felson (académico de la Escuela de Justicia Criminal de la Universidad de Rutgers), Juan Emilio Cheyre (ex Comandante en Jefe del Ejército y académico de la Universidad Católica) y Paul Brantingham (académico de criminología en la Universidad Simon Fraser), entre muchos otros.

El congreso tuvo presentaciones y debates de primer nivel en torno al problema de la criminalidad y la prevención del delito. Como conclusiones generales, los académicos concordaban en que se trata de un problema complejo, que no tiene solución al corto plazo, y que la represión policial y el encarcelamiento en muchos casos no hace más que empeorarlo. Los grandes ausentes del congreso fueron, sin embargo, las autoridades de gobierno y de oposición.

Se les invitó a través de cartas personales, invitaciones, conversaciones telefónicas y correos electrónicos. Los organizadores del WAMOS no sólo tenían contactos en las más altas esferas del mundo político, sino que además tenían amistad con muchos de ellos. Prueba de eso es que expuso la subsecretaria de carabineros y la directora ejecutiva de Paz Ciudadana; además, el ministro del interior, Edmundo Pérez Yoma, afirmó que asistiría a la inauguración (aunque al final no fue). Sin embargo, ya al segundo día, el congreso tenía más expositores que asistentes.

Es posible que al congreso le haya jugado en contra la segunda vuelta presidencial. Pero también podría haber sido un incentivo: si eres candidato a la presidencia y te enteras de que hay un congreso sobre seguridad ciudadana (el tema al que le dieron más bombo durante las elecciones), ¿por qué no envías a uno de tus asesores para que traiga ideas frescas sobre cómo combatir la delincuencia? Muy sencillo: porque en realidad NO TE IMPORTA.

Ya en la primera exposición, la de Javiera Blanco, quedó de manifiesto no sólo que la victimización (es decir, el número de personas que ha sufrido delitos) ha disminuido en Chile, sino que el número y la violencia de los delitos que se cometen en el país son ínfimos comparados con otros países de América Latina. Sin embargo, tenemos una sensación de inseguridad más alta que en Colombia.

Uno de los focos de su exposición fue el de los menores que delinquen: Blanco presentó mapas de las zonas en que viven los delincuentes menores de edad. Si superponía esos mapas a las denuncias de violencia intrafamiliar, la coincidencia era casi 1:1.

Otras exposiciones en el WAMOS mencionaban la importancia del barrio: mientras algunas zonas de la Pintana (una de las comunas de Santiago más estigmatizada con el crimen) estaban casi libres de victimización, otras eran un hervidero de violencia. Los académicos concluían que para combatir estos problemas no servía la cárcel y la represión, sino una multitud de factores entre los que se encuentran el tamaño de las viviendas, el acceso a áreas verdes, las redes de apoyo vecinales e incluso las jornadas laborales de los padres.

Otra visión interesante de la delincuencia y la cárcel la entrega Alfred Blumstein (investigador de criminología de la Universidad Carnegie Mellon). Conversando con él respecto al problema de la cárcel y la rehabilitación, Blumstein dio algunas pistas muy interesantes.

Hace 30 años, en Estados Unidos, se hizo un estudio comparativo entre los criminales que salían de la cárcel sin pasar por un programa de rehabilitación y los que sí pasaban por él. La conclusión fue demoledora: los "rehabilitados" delinquían tanto como los no rehabilitados. Desde entonces, la rehabilitación cayó en descrédito, y de poco sirvieron las objeciones de los académicos que denunciaron errores de metodología en la investigación (por ejemplo, se comparaban delincuentes que habían cometido distinto tipo de delitos: robo de casas contra tráfico de drogas, por ejemplo). El otro problema es que el programa de rehabilitación se empezaba a aplicar poco antes de salir de la cárcel o después de salir de ella.

Hace unos 5 años, Blumstein y otros investigadores propiciaron nuevos programas, llamados de "reinserción". La idea es evitar que los que delinquen por primera vez entren en contacto con los delincuentes habituales y que se les someta a un programa de reinserción social apenas entran a la cárcel. Estos programas se muestran mucho más efectivos que cualquier otro aplicado anteriormente. Como bien se sabe, la cárcel es una escuela del crimen, y sería suicida mezclar a ladrones de supermercado con violentos ladrones de casa o asesinos.

El hecho es que la delincuencia es un tema social y humano tremendamente delicado y complejo. No puede solucionarse en 4 años, ni siquiera en 10. Requiere de una política seria, bien estudiada, bien ejecutada y permanente en el tiempo, tal como ocurre con otros problemas de fondo, como la educación y la desigualdad social. Si se aplicara un programa social serio al respecto, quizás en 20 o 30 años los niveles de violencia y criminalidad descenderían en forma notoria.

Por eso da risa que el ex candidato a la presidencia, y ahora presidente electo, prometa que los narcotraficantes tienen los "días contados" o que a los delincuentes "se les acabó la fiesta". Este tipo de promesas imposibles demuestran que a ningún político le interesa en verdad atacar los problemas sociales como la inequidad, la violencia intrafamiliar, los abusos laborales y la delincuencia (que están íntimamente ligados). El electorado y la prensa, ignorantes e impacientes, quieren soluciones mañana, no en 30 años. Y la clase política responde a esta solicitud prometiendo cosas imposibles, inventando resultados y llenándonos de circo para distraernos.

Los políticos, a fin de cuentas, son tan seres humanos como los delincuentes y como todos nosotros: no somos una especie distinta. Cualquiera de nosotros, puesto en las circunstancias y bajo las presiones apropiadas, podría convertirse en un político mentiroso o un ladrón de cajeros automáticos. Antes de empezar siquiera a enfrentar el problema deberíamos entender eso: imaginar y estudiar cuáles podrían ser esas "circunstancias" y "presiones" que nos podrían llevar a convertirnos en delincuentes. Y después, enfrentarlas, eliminarlas del mundo en que vivimos.

P.D.: El sitio web del WAMOS tiene información respecto a los expositores del congreso. Próximamente se publicarán las presentaciones de los participantes: les informaré de ello apenas estén disponibles.

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El buen negocio de ser presidente

miércoles, 20 de enero de 2010


Por Jorge Román

Una buena noticia para quienes votaron por Piñera creyendo en que no robaría porque tiene dinero: tenían razón. De hecho, no necesita robar, ya que, como confirma una nota publicada en El Mostrador, sólo entre el viernes 15 y el lunes 18 de enero, las acciones que Piñera posee en Lan aumentaron en casi 11 millones de dólares su valor (unos 5.400 millones de pesos).

Pero como nuestro ilustre presidente electo prometió vender sus acciones de Lan antes del 11 de marzo para no tener conflictos de intereses, no podrá seguir disfrutando del alza de las acciones. Si vendiera sus acciones hoy, podría recibir apenas algo más de U$ 1.500 millones por ellas, a lo que, por supuesto, hay que deducir lo que le deben haber costado en su momento. Lo bueno del asunto es que, desde el segundo semestre del 2009 a la fecha, las acciones de Lan que pertenecen a Piñera han aumentado en más de U$ 393 millones (más de 193.500 millones de pesos). Es decir, la familia Piñera-Morel debe estar respirando, ya que con esas ganancias podrán pagar la onerosa campaña presidencial que tapizó todo Chile con la eterna sonrisa de don Sebastián Piñera, el crédito universitario de los hijos, los choques de los autos y una buena provisión de Coca-Cola para lo que queda del 2010. Ah, y en una de esas les sobra dinero para ayudar a los pobres haitianos con algo de arroz, fideos y unas botellas de agua mineral.

Sin embargo, yo creo que la familia Piñera-Morel debería preocuparse seriamente de sus ingresos, ya que tengo mis dudas de que pueda mantener el estatus que le corresponde sólo con el sueldo de presidente y las utilidades de las pocas empresas que Piñera dejará para sí (como la Clínica Las Condes y Chilevisión). Quizás por eso los líderes de la Confederación de la Producción y el Comercio están tan confiados en que el nuevo presidente conversará con ellos temas tan importantes como la mayor flexibilidad laboral, el fin de la indemnización por años de servicio y el problema del sueldo mínimo: esto le permitiría tanto a nuestro ilustre presidente como a sus compinches mantener un nivel de vida digno, acorde a su posición.

Los trabajadores no tienen por qué preocuparse, ya que Piñera prometió que se relacionará con ellos, los escuchará y seguramente reflexionará hondamente sobre sus necesidades. Pero ya dijo e insistió en que no conversará con las cúpulas sindicales, seguramente porque ellas no están conformadas por trabajadores y no representan las necesidades de los asalariados.

Otra buena noticia para los que creyeron en la promesa de Piñera del millón de nuevos empleos: según el diario Estrategia, con la venta del 20% de Codelco a las AFP (una de las propuestas declaradas por los asesores de Piñera), se podría financiar todo el plan económico de los próximos cuatro años. Es cierto que después será casi imposible que el Estado vuelva a ser dueño de ese 20%, pero ese es un pequeño sacrificio a realizar por la posibilidad de regalarnos sueños durante cuatro años y hacer reflotar el negocio de las AFPs, tan golpeado por la última crisis económica.

Y para terminar, otra buena noticia: el presidente electo ya demostró que no aceptará las insolencias de los periodistas y se encargará personalmente de filtrar la información que llegue a la ciudadanía para que no nos llenen la cabeza con ideas erróneas respecto a lo que pasa en el país.

Así, apenas a tres días de las elecciones, se confirma que la ciudadanía tiene buen ojo y visión de futuro, y que el cambio en verdad nos va a favorecer a todos.

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El cambio ya fue

martes, 19 de enero de 2010

Por Myriam

Nací en dictadura. Para mí un uniformado era sinónimo de peligro, de muerte… me daban terror, no distinguía entre un milico y un paco: todos eran lo mismo, eran los que sembraban el miedo en mi país y yo, a mis cortos 5 años, les temía. No porque nadie me hubiera dicho nada, porque nací con el miedo a la dictadura en mi ADN.

Junto con las canciones que me enseñaban en el jardín infantil, crecí cantando el jingle del “No”. En mi casa teníamos banderines y chapitas y a la hora de la franja le subíamos el volumen a la tele y cantábamos todos juntos. Cuando venía la franja del “Sí”, la bajábamos el volumen o la apagábamos.

Hasta el día de hoy, cada vez que escucho la musiquita de radio Cooperativa (o el antiguo “extra, extra de Teletrece”) se me pasa por la mente la cada vez más vaga idea de que pudo haber un atentado y dinamitaron alguna central eléctrica, como solía suceder a fines de la dictadura.

Cuando ganó el “No” y después Aylwin en mi casa celebramos. Sin embargo, el miedo todavía estaba latente, el gorila seguía rondando. Para el “Boinazo” no me mandaron al colegio, estuvimos todo el día mirando las noticias y los extras, las declaraciones del gobierno (todos con cara de terror) y a los milicos desperdigados por el centro con sus mejores pintas de combate. Los fantasmas del pasado reciente volvían. Mi tía, nerviosísima, recordaba cómo el día del golpe los Hawker Hunter pasaban en vuelo rasante por nuestra casa camino a la residencia del Presidente Allende. Y yo sentía ese miedo que se traspasaba por sus poros y lo inundaba todo.

Seguramente la gente que hoy día tiene 12, 15 ó 17 años no entienda esto. Seguramente si alguien que no nació en dictadura lee esto le parecerá de otro mundo. Y sin embargo hace no tantos años éste era el panorama del país y la percepción que muchas personas teníamos de él.

Ese fue el país en que nací, pero ese no es el país en que vivimos.

Hoy veía en las noticias cómo los comandantes en jefe de las fuerzas armadas iban a saludar a Piñera a su casa y caí en la cuenta que apenas conocía sus nombres y sus caras. Y (de nuevo) me sentí rara. Son de esos cambios imperceptibles que van operando a través de los años, una silenciosa transición que no percibimos hasta que pasan cosas como éstas.

Ahí estaban los uniformados, sin lentes oscuros, sin gestos de prepotencia hacia el poder civil, sin grandes operativos de seguridad, sin la sombra siniestra que tenían cuando yo era chica y ver a Pinochet con capa me recordaba a Darth Vader y la marcha imperial.

El verdadero cambio ya se produjo hace mucho tiempo y no tuvo que ver con marcar alguna opción en el voto, sino que ha sido mucho más profundo y más lento que eso. El verdadero cambio es sentirse libre de expresar las ideas e ideales políticos, sin temor a perder la libertad o la vida, pasa porque todo el miedo se vuelva parte de un pasado remoto, un mal sueño. Lástima que a veces ese cambio pase también por el olvido.


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Día 1: el fin de la transición

lunes, 18 de enero de 2010


Por Jorge Román

Ayer terminó la transición a la democracia. En Puente Alto y La Florida, los bocinazos eran escasos y las banderas se enarbolaban sólo desde la seguridad del auto comprado en veinte o treinta cuotas. Pero en la micro y el metro la gente andaba como de costumbre: silenciosa, gris, con una mueca de resignación, como si no les importara la algarabía que se formaba frente al hotel Crowne Plaza, en la Alameda, en Providencia, Las Condes y todos los barrios arribistas.

Yo vivo a una cuadra de Providencia y el escándalo era molesto: eran las doce de la noche y aún había gente tocando cornetas, piteando escandalosamente la bocina y celebrando porque habían ganado. ¿Quién ganó? La verdad, Chile ganó mucho más con clasificar al mundial que con cualquier elección presidencial. Ninguno de nosotros ganaba ni con Frei ni con Piñera. A lo sumo, ganamos un cambio de rostros en el equipo: en vez de ver a Vidal como vocero de gobierno, vamos a ver a Longueira, o Lavín, o quizás Iván Moreira, quién sabe.

Pero ideológicamente, ninguna de las opciones prometía un cambio. Incluso el mismo Piñera dijo en su primer discurso como presidente electo que no tenía intención de derribar lo que ha hecho la Concertación. Apenas hizo promesas vagas de ampliar las redes de protección social (lo que, en su lenguaje, puede entenderse simplemente como limosnas y bonos familiares), superar el subdesarrollo, derrotar la pobreza y dar oportunidades (nótese que no dijo "dar oportunidades para todos", sino simplemente "dar oportunidades"... lo que suena a "becas", cosa que ya se estaba haciendo).

Sin embargo, las palabras bonitas, las buenas intenciones y la ingenuidad de la ciudadanía no pueden cambiar lo esencial: Piñera fue un prófugo de la justicia y no fue procesado porque tenía un hermano en el gobierno de Pinochet; sus empresas han tenido que pagar multas por colusión (LanCargo, Farmacias Ahumada) y él por abuso de información privilegiada (al respecto, sugiero leer la última edición de El periodista, que reproduce un capítulo del libro de María Olivia Monckeberg Los magnates de la prensa, o que lean directamente el libro). Y, lo más importante, Piñera no gobernará solo: gobernará con un montón de políticos que participaron de la dictadura o que, hasta hoy, avalan el que a la gente le quemaran los genitales con cigarrillos y las hicieran comer su propia mierda porque pensaban diferente o porque quizás estaban preparando una revolución.

La transición terminó. ¿Por qué? Porque, después 22 años, la ciudadanía ha optado por olvidar todo lo que pasó en este país, ha optado por hacer borrón y cuenta nueva y hacer como si Piñera y todo su equipo de gobierno fuesen blancas palomas que no han ejercido un cargo de gobierno en más de dos décadas. La transición terminó porque no queremos recordar que nuestro abuelo enterraba sus libros en el patio o electrocutaba los pezones de seres humanos. Terminó porque, por fin, nos hicieron creer que la Alianza es un cambio, cuando simplemente son parientes de la Concertación. La clase política chilena está conformada por un puñado de apellidos que se reparten casi en forma aleatoria en el estrechísimo espectro político chileno, que apenas alcanza a rozar la izquierda, porque incluso los comunistas son conservadores.

Quizás la transición terminó porque en estas elecciones por fin votó una generación que nació en democracia. Una democracia tutelada, pero una democracia al fin.

Quiero empezar este blog como un registro, como un espacio donde desahogar lo que estamos viviendo, el verdadero "cambio" que se vivirá en Chile durante los próximos años. Quiero invitar a mis amigos y a cualquiera que tenga deseos de expresarse a través de este pequeño espacio, a que cuente cómo se está viviendo hoy en este país que ni los políticos ni la ciudadanía ni la prensa parecen conocer.

Yo recuerdo el día que ganó el "No": recuerdo esas filas interminables de autos con banderas multicolores que recorrían toda la Alameda, Providencia y Apoquindo, esa euforia colectiva que, creíamos, marcaba el fin de la tiranía. Las celebraciones de ayer son una sombra de lo que fueron las celebraciones de ese lejano octubre de 1988, apenas un eco de la felicidad que recorría las calles de Santiago y, supongo, de todo Chile, cuando se supieron los resultados. Sin embargo, no ganamos. No ganamos porque Pinochet perdió bajo sus condiciones, condiciones que se han mantenido hasta hoy, porque ni la Concertación ni la Alianza han demostrado una voluntad real por cambiarlas. Porque a ellos les conviene.

Piñera ganó. Y promete, una vez más, que la alegría ya viene (no lo dice textualmente, pero eso quiere decir en su primer discurso como presidente electo). Sí, el cambio, la alegría ya vienen. ¿Por qué me siento en un constante déjà vu?

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Cómo colaborar

domingo, 17 de enero de 2010

Este es un blog colaborativo, por lo tanto se hace entre todos. Si quieres participar, sólo envíanos un mail a caballero.fantasma(arroba)gmail.com. Nosotros nos reservamos el derecho a corregir las faltas de ortografía y/o redacción, pero nos comprometemos a no cambiar el sentido de tu texto. En caso de que realicemos cambios mayores, te enviaremos el texto corregido para solicitar tu aprobación.

Si quieres ser un colaborador estable, sólo escríbenos contando que quieres participar y te enviaremos una invitación al mail.

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Quiénes somos

sábado, 16 de enero de 2010

Somos un grupo de jóvenes y no tan jóvenes interesados en la situación política, social, cultural y económica de Chile. Provenimos de distintas áreas y tenemos interés en divulgar, en forma asertiva y responsable, visiones sobre el país en el que vivimos.

Para nosotros, la llegada de la derecha al poder marca el fin de la transición y, como todo fin, exige una reflexión y un análisis de lo que hemos vivido hasta ahora para saber hacia dónde nos estamos proyectando. Y el problema es que no nos gusta hacia donde estamos apuntando.

Es por ello que hemos creado este espacio para expresar no sólo lo que pensamos nosotros, sino también nuestros lectores. Nuestra idea es que quienes leen este blog y tengan interés en escribir sobre los temas que les preocupan, nos envíen sus colaboraciones y nosotros nos encargaremos de publicarlas.

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