A nadie le importa la delincuencia

viernes, 22 de enero de 2010


Por Jorge Román

La primera semana de enero se realizó en la Casa Central de la Universidad de Chile un congreso sobre modelamiento y técnicas cuantitativas para analizar y prevenir el crimen. El congreso, llamado "Workshop en Análisis y Modelamiento de la Seguridad" (WAMOS) tuvo como expositores a destacados académicos e investigadores nacionales y extranjeros como Javiera Blanco (Subsecretaria de Carabineros), Marcus Felson (académico de la Escuela de Justicia Criminal de la Universidad de Rutgers), Juan Emilio Cheyre (ex Comandante en Jefe del Ejército y académico de la Universidad Católica) y Paul Brantingham (académico de criminología en la Universidad Simon Fraser), entre muchos otros.

El congreso tuvo presentaciones y debates de primer nivel en torno al problema de la criminalidad y la prevención del delito. Como conclusiones generales, los académicos concordaban en que se trata de un problema complejo, que no tiene solución al corto plazo, y que la represión policial y el encarcelamiento en muchos casos no hace más que empeorarlo. Los grandes ausentes del congreso fueron, sin embargo, las autoridades de gobierno y de oposición.

Se les invitó a través de cartas personales, invitaciones, conversaciones telefónicas y correos electrónicos. Los organizadores del WAMOS no sólo tenían contactos en las más altas esferas del mundo político, sino que además tenían amistad con muchos de ellos. Prueba de eso es que expuso la subsecretaria de carabineros y la directora ejecutiva de Paz Ciudadana; además, el ministro del interior, Edmundo Pérez Yoma, afirmó que asistiría a la inauguración (aunque al final no fue). Sin embargo, ya al segundo día, el congreso tenía más expositores que asistentes.

Es posible que al congreso le haya jugado en contra la segunda vuelta presidencial. Pero también podría haber sido un incentivo: si eres candidato a la presidencia y te enteras de que hay un congreso sobre seguridad ciudadana (el tema al que le dieron más bombo durante las elecciones), ¿por qué no envías a uno de tus asesores para que traiga ideas frescas sobre cómo combatir la delincuencia? Muy sencillo: porque en realidad NO TE IMPORTA.

Ya en la primera exposición, la de Javiera Blanco, quedó de manifiesto no sólo que la victimización (es decir, el número de personas que ha sufrido delitos) ha disminuido en Chile, sino que el número y la violencia de los delitos que se cometen en el país son ínfimos comparados con otros países de América Latina. Sin embargo, tenemos una sensación de inseguridad más alta que en Colombia.

Uno de los focos de su exposición fue el de los menores que delinquen: Blanco presentó mapas de las zonas en que viven los delincuentes menores de edad. Si superponía esos mapas a las denuncias de violencia intrafamiliar, la coincidencia era casi 1:1.

Otras exposiciones en el WAMOS mencionaban la importancia del barrio: mientras algunas zonas de la Pintana (una de las comunas de Santiago más estigmatizada con el crimen) estaban casi libres de victimización, otras eran un hervidero de violencia. Los académicos concluían que para combatir estos problemas no servía la cárcel y la represión, sino una multitud de factores entre los que se encuentran el tamaño de las viviendas, el acceso a áreas verdes, las redes de apoyo vecinales e incluso las jornadas laborales de los padres.

Otra visión interesante de la delincuencia y la cárcel la entrega Alfred Blumstein (investigador de criminología de la Universidad Carnegie Mellon). Conversando con él respecto al problema de la cárcel y la rehabilitación, Blumstein dio algunas pistas muy interesantes.

Hace 30 años, en Estados Unidos, se hizo un estudio comparativo entre los criminales que salían de la cárcel sin pasar por un programa de rehabilitación y los que sí pasaban por él. La conclusión fue demoledora: los "rehabilitados" delinquían tanto como los no rehabilitados. Desde entonces, la rehabilitación cayó en descrédito, y de poco sirvieron las objeciones de los académicos que denunciaron errores de metodología en la investigación (por ejemplo, se comparaban delincuentes que habían cometido distinto tipo de delitos: robo de casas contra tráfico de drogas, por ejemplo). El otro problema es que el programa de rehabilitación se empezaba a aplicar poco antes de salir de la cárcel o después de salir de ella.

Hace unos 5 años, Blumstein y otros investigadores propiciaron nuevos programas, llamados de "reinserción". La idea es evitar que los que delinquen por primera vez entren en contacto con los delincuentes habituales y que se les someta a un programa de reinserción social apenas entran a la cárcel. Estos programas se muestran mucho más efectivos que cualquier otro aplicado anteriormente. Como bien se sabe, la cárcel es una escuela del crimen, y sería suicida mezclar a ladrones de supermercado con violentos ladrones de casa o asesinos.

El hecho es que la delincuencia es un tema social y humano tremendamente delicado y complejo. No puede solucionarse en 4 años, ni siquiera en 10. Requiere de una política seria, bien estudiada, bien ejecutada y permanente en el tiempo, tal como ocurre con otros problemas de fondo, como la educación y la desigualdad social. Si se aplicara un programa social serio al respecto, quizás en 20 o 30 años los niveles de violencia y criminalidad descenderían en forma notoria.

Por eso da risa que el ex candidato a la presidencia, y ahora presidente electo, prometa que los narcotraficantes tienen los "días contados" o que a los delincuentes "se les acabó la fiesta". Este tipo de promesas imposibles demuestran que a ningún político le interesa en verdad atacar los problemas sociales como la inequidad, la violencia intrafamiliar, los abusos laborales y la delincuencia (que están íntimamente ligados). El electorado y la prensa, ignorantes e impacientes, quieren soluciones mañana, no en 30 años. Y la clase política responde a esta solicitud prometiendo cosas imposibles, inventando resultados y llenándonos de circo para distraernos.

Los políticos, a fin de cuentas, son tan seres humanos como los delincuentes y como todos nosotros: no somos una especie distinta. Cualquiera de nosotros, puesto en las circunstancias y bajo las presiones apropiadas, podría convertirse en un político mentiroso o un ladrón de cajeros automáticos. Antes de empezar siquiera a enfrentar el problema deberíamos entender eso: imaginar y estudiar cuáles podrían ser esas "circunstancias" y "presiones" que nos podrían llevar a convertirnos en delincuentes. Y después, enfrentarlas, eliminarlas del mundo en que vivimos.

P.D.: El sitio web del WAMOS tiene información respecto a los expositores del congreso. Próximamente se publicarán las presentaciones de los participantes: les informaré de ello apenas estén disponibles.

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